La junta militar golpista de Mauritania promete democracia y derechos humanos

Una semana después de que una junta militar se hiciera con el poder en Mauritania, mediante un golpe incruento que depuso al presidente Maaouiya Ould Taya, no parece que Estados Unidos ni la Unión Africana vayan a reclamar un regreso al orden constitucional.

Mauritania

10 de agosto de 2005

El propio presidente depuesto había accedido al poder por las armas el 12 de diciembre de 1984 y se había mantenido en él con el apoyo de las potencias occidentales por su beligerancia contra los elementos islamistas locales. El coronel Ely Ould Mohammad Vall, director de la policía, aprovechó que Ould Taya se encontraba en los funerales del rey Fahd de Arabia Saudita para ocupar el poder, al frente de un "Consejo militar por la justicia y la democracia".

El sábado 6 de agosto, el consejo militar promulgó una especie de enmienda constitucional en la que se atribuía las competencias del disuelto Parlamento y se comprometía a respetar la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU y las libertades individuales y colectivas. Según informa Ignacio Cembrero, corresponsal del diario español El País en el Magreb, el jefe de la junta militar ha expuesto un plan de transición a los responsables de los partidos políticos y les ha animado a desarrollar sus actividades en libertad.

Entre las medidas anunciadas por el coronel Mohammad Vall se encuentra la celebración de un referéndum constitucional antes de un año, la limitación de mandatos de los presidentes y elecciones legislativas y presidenciales en 2007, a más tardar.

Los primeros beneficiados por la acción de gobierno de la junta militar han sido los islamistas, principales víctimas de la represión de Uld Taya: Mohamed Elhacenn Uld Dedaw, jefe islamista encarcelado el pasado mes de abril, salió de la cárcel junto con otros 20 correligionarios. No fueron liberados, sin embargo, otros combatientes extremistas vinculados a Al Qaeda.

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