Activistas de Greenpeace se enfrentan con barcos balleneros japoneses en aguas antárticas australianas

22 de diciembre de 2005

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El grupo ambientalista Greenpeace intentó trastornar las actividades de la flota ballenera "científica" japonesa en el Pacífico Sur. Después de buscar la flota por casi un mes, los barcos MY Esperanza y MY Arctic Sunrise, pertenecientes a la organización ecologista, se encontraron con el buque nodriza de la flota japonesa en aguas antárticas australianas, directamente al sur de Tasmania.

La flota ballenera había cazado cerca de 900 rorcuales aliblancos – más del doble de la caza anterior-. Los barcos, pertenecientes a Kyodo Senpaku y en parte a Nissui, la segunda mayor compañía de productos marinos de Japón - también están detrás del llamado rorcual común, para un supuesto programa científico. Los rorcuales, una especie declarada en peligro de extinción, son las segundas criaturas más grandes del planeta.

Greenpeace afirma que pidieron a los balleneros detener la cacería de inmediato y regresar a Japón. En lanchas inflables con pancartas diciendo "Defendiendo las ballenas" y "Paren la caza de ballenas", la tripulación de los barcos ecologistas declaraban sus intenciones de detener la cacería.

Shane Rattenbury, líder de la expedición de Greenpeace, dijo que ocho pequeñas lanchas empezaron a "interferir": "Posicionamos nuestros dos barcos en la popa del barco nodriza japonés a fin de evitar que las ballenas sean introducidas a la nave y lo conseguimos por cerca de 45 minutos". Añadió que los balleneros japoneses respondieron con cañones de agua y con arponazos. Una de las lanchas inflables se volcó por el chorro de agua, pero sus ocupantes salieron ilesos. "Haremos todo lo que podamos durante las próximas semanas para interferir con la cacería de ballenas y evitar que las maten. Nuestras lanchas nos podrán entre el arpón y la ballena".

Yuko Hirono, de Greenpeace Japón, realizó una llamada radial a los barcos balleneros desde el puente del Arctic Sunrise, pidiendo que pararan de cazar y "dejaran el Santuario Ballenero de la Antártida, reconocido internacionalmente". La cacería científica de ballenas de Japón ha sido motivo de insistentes críticas por parte de la Comisión Ballenera Internacional.

El Instituto de Investigación en Cetáceos de Japón afirma que la cantidad de datos científicos recolectados por el programa de investigación ballenera de ese país (JARPAII) es extensiva y que dichos programas son ejecutados en concordancia con la Convención Internacional para la regulación de la caza de ballenas. El instituto dice que sus investigaciones no involucran cacería ilegal.

Por su parte, Greenpeace señala que durante los próximos años 40 rorcuales comunes serán añadidos a la cuota anual de caza, junto con 50 ballenas jorobadas.

"Esta cacería de ballenas es innecesaria, injustificada y superflua. Una vez que las ballenas han sido medidas y pesadas por los 'científicos', los carniceros llegan a trabajar y las ballenas son cortadas y empacadas para el mercado. Todo esto es por dinero y no por la ciencia", señaló Rattenbury.

El área en la que la flota japonesa realiza la cacería ha sido declarada Santuario Ballenero de la Antártida, en un esfuerzo para permitir que las minadas poblaciones de ballenas se recuperen después de que su cantidad disminuyera por la cacería comercial del siglo pasado.

Setenta tripulantes y activistas de 19 países se encuentran a bordo de los dos barcos de Greenpeace. Provienen principalmente del Reino Unido, Holanda, Canadá, Australia, Ghana, Rusia, Noruega, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Irlanda, India, Nueva Zelanda, España, Suecia, Austria y Argentina.

Se calcula que el programa ballenero de Japón cace alrededor de 1.000 ballenas durante esta temporada.

Fuentes