Brasil impuso su juego y en ocho minutos envió a Italia a casa


Pretoria, Sudáfrica
22 de junio de 2009

La selección brasileña se dio un festín en la primera parte de su partido ante Italia y se aseguró la primera posición del Grupo B de la Copa FIFA Confederaciones 2009, con tres goles en ocho minutos que, además, en función del marcador del partido entre Egipto y Estados Unidos, dejó al equipo italiano fuera de la competición.

Brasil fue más que Italia en el conjunto del encuentro y sólo bajó el pistón tras el descanso, lo que permitió que la campeona del mundo mejorara ligeramente, pero sin convicción en sus acciones ofensivas.

Fue un partido intenso en sus primeros minutos, aunque controlado por Brasil, que dispuso de las mejores ocasiones de gol a partir del balón enviado al poste por Ramires a los siete minutos de juego.

Italia no conseguía que el balón llegara a sus delanteros. Ni Luca Toni, ni Vincenzo Iaquinta, que fue sustituido antes del descanso, tuvieron opciones, ya que el único disparo a la portería brasileña en el primer periodo fue, lejano y sin puntería, del ítalo-argentino Mauro Camoranesi (m.28). Todo lo demás corrió, excepto un balón que Daniele De Rossi envió al poste de su propia portería, por cuenta de Brasil, que a la media hora de juego, se había adueñado por completo del encuentro.

Con espacios a la contra ante una selección italiana indolente, los brasileños estrenaron el marcador a ocho minutos del descanso, pero se fueron al vestuario con tres goles de ventaja. Luis Fabiano en dos acciones de calidad del equipo brasileño y Dossena, en propia meta, en una acción de mucho peligro del equipo brasileño, habían reventado el partido con todo el segundo tiempo por delante.

Tras el descanso, el partido fue de ida y vuelta, con ataques ante ambas porterías, pero con más sensación de peligro en las acciones ofensivas de Brasil que en las de los italianos.

El partido había perdido intensidad por la amplitud del marcador y algunos jugadores brasileños, aunque el equipo encontraba espacios para el contragolpe, hacían demasiado la guerra por su cuenta.

Italia, pese a jugar más al ataque que en el primer periodo, daba sensación de impotencia. Daba la impresión de que sus aproximaciones a la portería de Julio César, que se vio obligado a realizar alguna buena parada, eran más voluntad de los jugadores brasileños que consecuencia del poderío ofensivo de los italianos.

Todo ello hasta que llegó el momento de estar pendiente del otro partido, en el que Estados Unidos ganaba a Egipto, por lo que la selección italiana se lanzó decididamente al ataque, pues un gol podía servirle para clasificarse en función de lo que ocurriera definitivamente en ese otro encuentro.

En ese tramo final del partido, la selección italiana se entonó, chutó mucho a puerta, pero parecía que le importaba más estar pendiente del otro encuentro que de lo que realmente ocurría en Pretoria, hasta que su partido acabó antes que el de Rustenburgo y las opciones de seguir en la Copa desaparecieron por completo.

Brasil hizo su mejor partido hasta el momento en el torneo, aunque concentró sus energías en el primer tiempo y se clasificó como primero para semifinales con toda justicia.

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