El segundo Asaco Metal Fest hace vibrar Parla
Durante todo el pasado sábado 29 de junio de 2013, la plaza de toros de Parla dejó de lado la tauromaquia y se convirtió en el centro de la cultura de la música metal de España con la segunda edición del Asaco Metal Fest, que reunió a nueve bandas nacionales del género. Organizado principalmente por la Asociación Alternativa de Cultura y Ocio de Parla (ASACO), el festival contó con los conocidos Sôber como plato fuerte, a los que acompañaron, por orden inverso al de actuación, Hora Zulú, Crisix, Noctem, Hell's Fire, XXL, Vendetta Fucking Metal, Cuernos de Chivo y Leyenda Involuntaria.
1 de julio de 2013
El sol fue el primero de los asistentes al festival y no dejó de abrasar la arena y el hormigón del recinto hasta ya tarde, lo que provocó que la asistencia a los primeros conciertos no fuera tan alta como se habría deseado. El más novel de todos los grupos del Asaco Metal Fest, Leyenda Involuntaria, formó ya parte del cartel de 2012 y estrenó el nuevo escenario a eso de las 14:10, enfrentó la situación de tremendo calor y escaso público con mucha energía, ilusión y un volumen brutal y se metió en el bote al público, que les despidió con una fuerte ovación tras su último tema, "El camino del diablo". Tras una breve pausa, sonidos de disparos y un acompasado headbanging al ritmo del bombo anunciaban el inicio de la actuación de Cuernos de Chivo, con su frontman Mero Mero, puro nervio, atrayendo toda la atención de los presentes que no se habían rendido ya al pogo, prácticamente constante de ahí en adelante. Los descansos que se permitió Cuernos de Chivo se llenaron de reivindicaciones sociales y políticas en boca de su cantante, jaleado después por toda la gente en la plaza.
Terceros en el orden del día, los murcianos Vendetta Fucking Metal pusieron en marcha sus guitarras a las cuatro de la tarde y avisaron al respetable al grito de "¡Ahora viene la tralla!". No tardó su vocalista, Jacob, en bajar junto al público y compartir micrófono con quienes se animaban, que no fueron pocos. Mientras tanto el pogo había aumentado su intensidad y la nube de polvo había crecido considerablemente. Pasadas ya las cinco, llegó XXL con sus estribillos más melódicos que los de las cuatro bandas anteriores. El sol no daba tregua, pero poquito a poco los aficionados al metal se iban dejando caer por la plaza y los valientes que elegían sol saltaron junto a los experimentados integrantes de XXL, que botaban en las tablas. Infundiendo ánimos para la vida, el cantante de XXL llamó al público a no dar, nunca, un paso atrás. Para después de su actuación, ya iba haciendo falta un regado en la arena del ruedo para reducir la polvareda y refrescar en la medida de lo posible el tórrido ambiente, y muchos de los que no habían preferido la grada en sombra aprovecharon para empaparse el cuerpo.
Cerca de las seis y media de la tarde, Hell's Fire, que también repetía en el Asaco Metal Fest, colocó el cartel con su nombre en el frontal del escenario y poco después comenzó con su música, dirigida por su potente cantante —ataviado con una camiseta de los compañeros de Cuernos de Chivo— y con la buena compañía de los solos de guitarra de Mario y David. Tocaron también temas de su último álbum, A.M.M.O., y aprovecharon para recordar a los asistentes que había un puesto con nutrido merchandising de todas las bandas del festival. La locura llegó al finalizar su participación en el mismo, cuando guitarra y bajo abandonaron el escenario y se mezclaron con el público sobre la arena, donde se formó un cerrado círculo de cabezas que se movían al dictado de los acordes.
En un claro desafío al calor reinante aparecieron los instrumentistas de Noctem, la oferta más oscura del Asaco Metal Fest, enfundados en sus armaduras y pintados de blanco y rojo sangre. Desde el backstage, Beleth, a la voz, se encaminó decidido con apariencia arcana bajo una amplia capucha hasta reunirse con sus compañeros en el escenario y entonces iniciaron su espectáculo, de un ritmo incesante y vigoroso headbanging de principio a fin. Concluyeron su tétrica y vistosa puesta en escena con guitarras y público en alto, y con su cantante, ya sin túnica, con la piel "ensangrentada".
La siguiente banda encargada de subir los decibelios del ambiente, poco antes de las 20:30, fue Crisix, cuyos integrantes saltaron llenos de rabia a un escenario junto al que ya se iban acumulando más personas según avanzaba la tarde. Animaron al personal de tal manera que el pogo provocó una polvareda que en ocasiones hacía pensar que habían encendido las máquinas de humo. Ya en la mitad de su actuación, los integrantes rotaron e intercambiaron sus instrumentos, con lo que aumentaron la locura en la arena. Desaparecieron repentinamente en un extraño respiro tras ese tema, pero sólo para recuperar su posiciones originales con más fuerza que antes.
Una vez que la penumbra tomó el relevo del sol, casi a las diez de la noche, llegó el turno de los granadinos Hora Zulú. Las letras de los temas se hicieron protagonistas del espectáculo, con Aitor Velázquez recorriendo pausadamente su espacio en el escenario, cigarrillo en mano, como si la cosa no fuera con él, disfrutando incluso de ocasiones para recitar algunos fragmentos sin música pero con musicalidad. Por suerte para los asistentes, el sonido era muy bueno; por desgracia para los fotógrafos acreditados, la iluminación de la banda fue deficiente, con varios focos apuntando quién sabe dónde.
Después de charlas relajadas en el backstage y encierro en el camerino, salió Sôber con las estrellas por techo, e hizo, por fin, las delicias del público presente, y con ellos se traspasó la barrera de la medianoche. En un setlist de quince temas hubo espacio para repasar algunos de sus primeros álbumes, como Morfología con "Cubos", "Caída libre" y "Loco"; hasta su último trabajo por el momento, Superbia, con cuyo tema homónimo habían dado comienzo a su concierto; pasando por otros discos importantes en su discografía como Reddo y Paradÿsso en forma de "La nube", "Arrepentido", "Diez años" y "Eternidad", entre otras. Con Carlos Escobedo como gran maestro de ceremonias, la gente coreó todos y cada uno de los temas, que sonaron alto y muy claro en la noche parleña. Antonio Bernardini y Jorge Escobedo se mostraron impecables a las guitarras y Manu Reyes hizo lo propio en la batería. Para la mitad de la actuación, Sôber se había reservado una gran sorpresa: Carlos llamó al escenario a Carlitos, guitarrista de Mägo de Oz, para compartir un tema y hacer disfrutar aún más a los presentes, que a estas alturas ya hacía rato que habían alcanzado su mayor número. Después, aunque Carlos Escobedo fingiera pretender marcharse ya, la gente no lo permitiría, y los temas siguieron sonando. Con el tradicional reparto final de púas y baquetas y los inevitables agradecimientos, Sôber supuso un gran colofón para la segunda edición del Asaco Metal Fest, un joven festival con la intención de seguir creciendo año tras año y hacerse un hueco permanente en el panorama metalero de España.
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