Grave situación de inmigrantes europeos

En la frontera ítalo-francesa, son más de 200 los inmigrantes, que llevan días esperando en un campamento improvisado cerca del puerto marítimo de Ventimiglia (Italia) a la espera de poder pasar a Francia y desde allí, intentar llegar a Alemania o Suecia. Pero fueron repelidos sin contemplaciones por Francia y desalojados por la policía italiana.

Ubicación de los países afectados por la situación de los inmigrantes
Based on File:BlankMap-Europe-v6.png/Wikimedia Commons

21 de junio de 2015

La policía de frontera francesa, justifica su acción citando los tratados de Schengen y de Dublín que, entre otras cosas, obliga a los migrantes a quedarse en los países donde llegan hasta ser identificados y ver si reúnen las condiciones para pedir asilo. Es por eso que permanecen bloqueados en Italia. Son en su mayoría inmigrantes venidos de Eritrea y de Siria, que han anclado en las costas italianas en los últimos seis meses, desafiando todo tipo de peligros.

En detalle del recorrido que atraviesan, primero cruzan cientos de kilómetros por el Desierto del Sahara, en camiones que a veces los abandonan en medio de la nada. Pasan a través de Sudán y Egipto para llegar a Libia, donde a menudo tienen que esperar y para pagar el alojamiento, las mujeres muchas veces son obligadas a prostituirse. Desde un puerto libio se embarcan para Italia. Pero para la mayoría de ellos, Italia es sólo un punto de llegada. Su destino final es Alemania, Gran Bretaña, Francia, y otros países del norte de Europa.

Mientras eso ocurría en Ventimiglia, los ministros de Interior y Justicia se reunían en Luxemburgo para tratar precisamente sobre la crisis migratoria. Los ministros no lograron avanzar ni un milímetro en la concreción del programa planteado semanas atrás por la Comisión Europea para hacer frente al drama. La Comisión había propuesto un sistema de cuotas para repartir 40.000 refugiados sirios y eritreos en dos años, de acuerdo con cuatro criterios que ponderan de forma diferente: PIB (40%), población (40%), tasa de paro (10%) y esfuerzos previos (10%).

Para empezar, ni siquiera hay acuerdo en que las cuotas sean obligatorias. Los únicos países que apoyan todo el programa son Grecia e Italia. Otros, como Alemania o Francia, aceptan las cuotas, pero no el sistema de reparto. Y otros, como España, ni los criterios ni la obligatoriedad. Se trata, esta última, de una objeción muy radical que compromete la viabilidad misma del programa pues ya se ha visto que la voluntariedad simplemente no funciona.

En tal sentido, se debe tener en cuenta que Francia sella su frontera para los refugiados e Italia amenaza con darles visados que les permitan moverse por toda Europa. Los países del norte, por su parte, amenazan con no aceptar nuevos cupos si los del sur no se comprometen a aplicar un registro eficaz que los identifique y permita controlar sus movimientos. Y así sucesivamente.

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