Residentes en Fukushima siguen temerosos ante la radiación ambiental

A casi un año de distancia desde el terremoto que provocara un tsunami devastador y marcara el inicio de una crisis nuclear en Fukushima, Japón, la incertidumbre y el temor han calado hondo entre los habitantes de la ciudad nipona.

Desastre en Ishinomaki, una de las muchas ciudades afectadas por el terremoto.
湯川伸矢/Flickr

Fukushima, Japón
9 de marzo de 2012

Tras el accidente en la central nuclear Fukushima I del 13 de marzo de 2011, consecuencia del terremoto y tsunami que destruyó la mayor parte de la región y provocó más de 15.800 fallecimientos, Fukushima ha estado tratando de sobrellevar la situación y hoy aún continúan los trabajos de limpieza de residuos tóxicos, reconstrucción y reparación de viviendas y caminos. Sin embargo, el desasosiego prevalece en la población que teme sufrir estragos en su salud a causa de la radiación en el ambiente.

Yoshiko Ota, oriunda del barrio de Ota, a 60 kilómetros de la planta nuclear de Fukushima I, ha advertido a sus hijas que no tengan descendencia, temerosa ante defectos congénitos. Declara que hace lo posible por no consumir alimentos producidos localmente y se queja de que el portavoz del gobierno no habla claramente de los efectos de la radiación en las personas a largo plazo. “Realmente no es bueno vivir aquí”, dice. Otras personas se han mudado, esperando alejar a su familia de los efectos tóxicos.

Como Ota, hay quien duda de la veracidad en las declaraciones del gobierno japonés. Las críticas apuntan a que se subestiman los efectos adversos de la radiación liberada al ambiente, y a que no se protege adecuadamente a los trabajadores encargados de las labores de limpieza, que no llevan el equipo de protección adecuado.

Los niños de los alrededores no quieren jugar en la calle ante el pánico de sufrir a consecuencia de un enemigo invisible, según un informe emitido este jueves por la ONG Save the Children. En dicho informe se describen los efectos psicológicos que sienten los niños después de la catástrofe, y detalla que muchas familias aún no tienen un hogar y empleo estables. “El desastre ha creado una situación sin precedentes para los niños y niñas que han perdido sus hogares o se han visto separados de sus amigos y además luchan por superar la ansiedad que les ha provocado la crisis nuclear”, explicó Bárbara Mineo, coordinadora de emergencias de Save the Children.

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